CELEBRACIÓN MÁRTIRES

CELEBRACIÓN MÁRTIRES

El próximo martes celebraremos la acción de gracias por los misioneros que siguen dando, hoy, su vida por los más necesitados. Recordamos especialmente a los hermanos mártires maristas que murieron en Bugobe el 31 de octubre de 1996.

¿Quiénes son Fernando, Miguel Angel, Servando y Julio?

Femando ha vivido la mayor parte de su vida lejos de España, en Chile, donde ha sido formador y consejero provincial. Apenas llevaba un año en el Zaire. El 23 de octubre le sugerí si podría continuar medio año más en Nyamirangwe y su respuesta fue espontánea y hasta gozosa. “Estaba esperando tu invitación y te aseguro que me haces un gran regalo. Muchas gracias por esta buena nueva que me das”.
Miguel Ángel, vivió 13 años en Argentina y 22 en Costa de Marfil, donde fue superior del sector.
Julio llevaba 14 años en Zaire y en mayo le invité a integrarse en la comunidad Nyamirangwe.
Para Servando, ésta era su primera experiencia misionera. Actualmente él era el superior de la comunidad de Bugobe. Como los otros Hermanos, fue por un año, pero por las circunstancias que atravesaban estos campos de refugiados aceptó gustoso continuar un año más. En su provincia de Bética fue consejero provincial y miembro del equipo de animación pastoral y allí le esperaban para continuar de nuevo en ese servicio pastoral.

¿Qué hacían en un campo de refugiados?

En agosto de 1994, la asamblea y el consejo de distrito de los Hermanos de Ruanda toman la decisión de estar presentes con todos los ruandeses. Dentro del país se abren de nuevo tres comunidades que centran su misión en escuelas. Al exterior y al servicio de los refugiados, seis Hermanos inician la nueva comunidad. Ante las dificultades que van surgiendo para los refugiados y para los Hermanos ruandeses, se refuerza la comunidad con Hermanos no africanos; pero como los peligros persisten, optamos por retirar todos los Hermanos ruandeses de la Comunidad de Bugobe.
A medida que he ido conociendo este proyecto ha crecido mi admiración y amor a los Hermanos que lo iniciaron y continuaron. Tuvieron la intuición de crear un proyecto de educación muy en sintonía con nuestro XIX Capítulo General: integrado en la Iglesia, con plena colaboración y responsabilidad de laicos y respondía a las necesidades del entorno. Y todo ello estaba animado por una comunidad fraterna de consagrados que, en las dificultades, era centro de referencia porque inspiraba confianza. “Cuando nos ven es como si vieran a Dios”, le decía Julio a su madre.